Cuestionando la veracidad de lo que Rodrigo Coutiño dijo una vez en su curso de inversiones nivel 1: “si tienes una deuda, primero págala antes de invertir.”
Fue un comentario muy de paso.
Situación:
Deuda: $72,500
Inversión: $1,000
MI deuda no se puede saldar pronto; es demasiada. Si me espero a pagarla toda, no habré invertido nada en todo ese tiempo. La pregunta aquí es: ¿Cómo ganas más?: “¿Pagando la deuda anticipando pagos con el dinero que en otro caso ingresarías a la bolsa, o haciendo los pagos regulares de la deuda e invirtiendo mil pesos cada mes?”
La segunda opción parece ser más indicada. El dinero que <<ahorras>> lo tienes y el dinero que pagas lo pierdes. Aunque pagar más hacia el préstamo reduce los intereses (especialmente si lo haces al principio), enfocarse sólo en la deuda significa matar tu dinero.
Así que para volver más dinámico el juego podríamos razonar de la siguiente manera:
Asumamos que desde que inicialmente pides el préstamo estarás generando ingresos gracias a un empleo. Que siempre tendrás un empleo, desde el principio al final del préstamo. Asumiendo estas cosas la fórmula es:
Le restas a tus ingresos el pago mensual del préstamo. A eso le restas $1000 pesos para tus inversiones. Lo que queda es dinero que puedes usar en gastos cotidianos: comida, rentas, citas con el doctor, medicinas, ropa, papelería, aplicaciones para doctorados, citas con pretendientes, etc.
Dinero mensual activo = ingresos mensuales – pago al préstamo – inversión mensual.
En resumen: Pensar en pasado, presente y futuro. Pasado es a la deuda. Presente es a mi vida hoy. Futuro es a “mi retiro.”
Esto, en mi caso, fue concluido al darme cuenta de una más que imperfecta situación que vivo. Hoy mismo si yo pudiera, pagaría toda mi deuda de contado; pero es demasiado (es así como el banco te sabe enganchar, ¿no? Te presta lo que no le puedes pagar en un corto plazo y lo triplica). La misma necesidad de saldarlo podría nublar razonar mejor acerca del problema; hacia algo más útil que contemplara tanto la primera intención de contratar un préstamo, como también llevarte a un mejor entendimiento de cómo funcionan las finanzas.
Poder decir: “Nunca más vuelvo a pedir un préstamo”, pero a conciencia de que fue una experiencia vivida y aprendida. Es una oportunidad única; tú decides si aprovecharla.
Este escenario es una utopía (así como los buenos matemáticos pensamos). Si quedas desempleado se destruye la elegancia de esta abstracción. O, al problema tampoco le importa si tienes un empleo emocionalmente insatisfactorio. El deber ser, en este caso, es lograr seguir la fórmula para poder llegarle al precio, aunque internamente te estuvieras muriendo. O si tienes un empleo que apenas te da para pagar un préstamo, puede que vivas bastante infeliz; lo cual pudiera y mejorara si tu amor te acompañara en el camino y si aquello a lo que te dedicases de verdad te llenara el alma.
El truco que hoy vengo escribiendo nunca me lo enseñaron en mi casa ni en mi escuela.
En conclusión, si entiendes el problema, así como tu rol en este asunto, ni el mejor economista de palabras rimbombantes y tergiversadas te tendría por qué disuadir de resolver esta situación óptimamente.
Lo que esta cándida alma sigue sin completamente entender cuánto le compete a propósito de lo dicho, es el SAT. Pero bueno; todo es relativo, ¿peor eso que haber consumido mi inversión inicial de 50 mil pesos en DINN a mis 34 años, en unas clases de guitarra para mí (y no para mis hijos)?
Alguien también me diría: “¿Por qué te importa tanto el dinero?”
Mi respuesta sería: “Me importa, pero no tanto; y hasta me divierte. Pienso como pienso. Me gusta que la carrera que estudié me haya permitido ampliar mi acción y visión del mundo. No soy actuaria ni aspiro a serlo. A todos nos importa sobrevivir en este mundo cruel y despiadado y qué mejor interesarse en encontrar maneras para mejorar una situación que considera el dinero, viendo el panorama como es sin tener que negarlo antes, etc.
Eso es todo. Así como tú, cuando yo era pequeña era adicta a la literatura universal. Aprendí a leer a los cuatro años y a soñar desde mucho antes. Y la realidad es que el mundo externo no solo compete a una mente individual absorbente de datos. Hay épocas para todo.”
Si opinas que las inversiones son innecesarias, una estrategia sería ahorrar lo más que puedas mientras tengas ingresos, para ese momento en el que vayas de viaje a los Estados Unidos, o para cuando te acepten al doctorado con una beca cuyo pago sucederá hasta seis meses después. Compra un seguro en Metlife por $500 pesos al mes, el cual “¡seguramente será una inversión!”; algún día lo necesitarás. O para comprar productos promocionales para tu página web. Estas cosas para quienes gustan de vivir más en el corto plazo y que creen que con eso será suficiente.
O si vas a burlarte de mi por escribir tanta mierda, adelante. Nadie te lo impide. 😉