18 de julio de 2017

El 20 de julio es la fecha límite para mandar propuestas de artículos a ICLC. Hoy es dieciocho y sigo considerando más prioritario el hecho de mejorar el código de mi propia página web, que intentar escribir un artículo para dentro de un día y medio, con todo y referencias.

Pero voy a hacer el intento de poner mis ideas en claro. Mis observaciones acerca de la práctica del live coding, con toda la franqueza que pueda.

Primeramente, considero que no tengo material suficiente para escribir un artículo, porque no tengo ganas de ser la poeta o la apasionada dentro de un conjunto de artículos que, en su mayoría describen los programas computacionales que están en vías de desarrollo.

Y por otro lado, mi propia obra artística no es lo suficientemente completa como para que yo la considere digna de relatarse en un artículo académico. Creo que lo que yo llevo hecho, es algo que, en cuanto a técnicas y modos de llevar a cabo, tampoco es muy relevante. Y lo establece la misma crítica a mi propuesta de live coding que yo hice hace ya casi tres años: “mi propuesta no era lo suficientemente novedosa técnicamente hablando”…, “aunque la forma en que describí los acontecimientos relatados en mi propuesta eran interesantes.”

Un poco refiriéndome a esto, establezco que no estoy tan peleada con la academia y su organización, que mucho de jerárquico tiene. Pero justamente me cayó gorda la observación de que mi propuesta no era lo suficientemente propositiva, técnicamente hablando.

Creo que, siendo el live coding un espacio para la interdisciplina, sería de esperarse que hubiera más apertura hacia los aspectos músicales, o hacia el significado de crear una obra, utilizando una herramienta particular. Los músicos, por ejemplo, suelen dedicarse a explorar lo sonoro, dar giras y realizar grabaciones, y hay varias maneras de apreciar los tecnicismos. Bajo el criterio de “entregar una serie de grabaciones,” no hay novedad. Pero también está el criterio de apreciar los contenidos, ver “cómo está ejecutado lo que está dentro de esa grabación,” si es bueno o malo, y bajo qué parámetros.

Alex Mclean es de los que ven a Tidal como un instrumento musical. Y entonces tendría sentido abrir los ojos a ver a Tidal como un instrumento musical, explorar sus posibilidades musicales, abrirse a la comprensión de ese espectro, independientemente de hacer crecer a Tidal como un lenguaje de programación. De momento, casi todo lo que he visto que rodea a Tidal, es una sed de sus usuarios por programar más y más, y en especial seguir construyendo “la expresividad digital.”

Hay “excepciones”, como el caso de 65daysofstatic, la banda de rock. O como “kindohm,” que tiene la habilidad de improvisar “demasiada” música, a la par que colaborar en la programación de Tidal.

Yo misma también me considero excepción.

Por ejemplo, leía una entrevista a Alexandra Cárdenas, que dice: “De momento me considero una usuaria de TidalCycles, pero lo que yo quiero hacer en algún momento, es construir mi propio lenguaje de programación que funcione exactamente de la manera en que quiero.”

Yo más bien soy de la opinión de que el lenguaje Tidal, fue un descubrimiento para mí, y para las propias preguntas que yo misma me hacía. Descubrí una máquina para hacer música interesante, y no me dan ganas de construir otra por mí misma, sino de hacer música con el hallazgo.

“¿Se puede hacer un programa de computadora que improvise en vivo y que sea musicalmente agradable, con mucha estructura y no consista únicamente de hacer ruidos?”,

“¿Se puede construir un programa que improvise música y con posibilidades que reten al intelecto?,”

“¿Cómo se mejoraría la improvisación con una computadora a algo más que Ableton Live?”

“¿Existe una persona que entienda mis abstracciones músico-matemáticas y las pueda responder?”

El paquete Tidal-Alex Mclean – Dave Griffiths respondió estas preguntas, y puso en claro una manera de abordar estos cuestionamientos propios, más prácticamente. En general, el encuentro Vivo 2012 ocurrido en el Centro Multimedia, en la Ciudad de México, reunió a gente igualmente interesante, ya conocedora del live coding; por ejemplo, Julian Rohrhuber o Alberto De Campo.

Aunque por mucho, me inspiró la presentación en vivo de Slub (el grupo de live coding de Alex y Dave), al igual que el taller de estos cuates, que se llamó “El tiempo como funciones en el espacio.” Era gente que había aplicado ciertos conceptos matemáticos, y los había implementado en un par de programas para hacer música (ciertos conceptos de teoría de gráficas por ejemplo). Gente que es buena en matemáticas, aunque ambos son programadores.

Desde ese entonces pensé. “¡Yo quisiera tener acceso a este programa (Tidal), para hacer música!” Y hasta años después fue que me cayó el veinte de que el programa es abierto al público, sencillo de descargar y usar. Pero dominar las estructuras musicales de las que Tidal nos provee, no es tan sencillo. Y tampoco es sencillo hacer un ensamble musical que lo incluya, cosa que ya he intentado. Intenté juntar Tidal y un bajo.

El dueto tuvo buenos momentos, y otros no tanto, y pudimos haber sido más persistentes con los ensayos; tomar las cosas más en serio. Es una dificultad que compete a la creación musical.

También quiero poner sobre la mesa que tengo un objetivo muy claro, y es el de incorporar a Tidal como algo que forme parte de mis canciones. Porque soy cantante ocasional, he estudiado canto y suelo escribir canciones y grabarlas.

Durante mi trayectoria como cantante, me interesé por hacer música con otras personas, por aprender a hacer un home studio y producir música profesionalmente. Creo que es deducible que, si encontré en Tidal una forma de hacer música interesante, también me interese el tema de incorporarlo en mis canciones género pop-alternativo. Y tengo observaciones objetivas sobre la dificultad que implica lograr esto, pero estoy abierta a la lucha.

Con esto último me refiero a que, cuando una persona como yo, quiso hacer canciones con Tidal, hubieron dos grandes problemas, que fueron: el de separar la señal de Tidal, y el de intentar sincronizar un programa que es Open Source, con uno que no lo es; Ableton Live. Pues, de no poder lograr lo primero, se tendría que, a pesar de que los ritmos creados en Tidal fueran interesantes, una imposibilidad de mezcla evitaría la grabación profesional de un proyecto musical.

Ahora, no está bien documentado cómo sincronizar Tidal y Ableton Live de la manera más eficiente. Utilizando de por medio Max/MSP ha sido lo más cercano a lograr esto, que yo conozca. Y es comprensible que no haya buena documentación, porque para muchos programadores es muy importante mantener la cualidad OpenSource de Tidal. Pero desde mi perspectiva de músico, y conociendo a personas apegadas a grabar sus obras sin muchas más complicaciones que la propia música e ingeniería de audio, soy de las que ciertamente sacrificarán la idea de crear algo puramente basado en la cultura Open Source. Me da gusto saber de la existencia de proyectos como Gibberwocky, sistema que combina las posibilidades creativas de Ableton, con el live coding.

Opino que, si bien es cierto que en SuperCollider se puede grabar todo un proyecto, yo prefiero otorgar mis esfuerzos en conseguir una mejor expresividad con Tidal y conocer este lenguaje. Pero Tidal no es el centro de toda mi atención.

Como la cantante interior que aún no satisface completamente sus deseos solistas, el live coding me presenta un dilema, y de momento adoptaré como solución el utilizarlo para componer música, y no para mejorar su funcionamiento con otras interfaces.

“Establecer lo que voy a hacer”, no es tan digno de compartirse en un artículo académico según yo. Sería más ilustrativo si presentara en unas páginas el proceso mediante el cual llevé a cabo una canción, y el lugar que al final fue otorgado al live coding. Pero claramente, esto no sucederá, porque el cierre de propuestas para el próximo ICLC es el veinte.

Hay momentos en que el live coding sí llama mi atención como un movimiento, porque en el medio, es donde me he topado con personas con intereses y preguntas muy afines a los míos y con gran visión. Pero otra parte mía no toma el live coding como un movimiento, sino simplemente como una forma de hacer música y arte, que está en vías de desarrollo. “Si me gusta esta técnica, la uso.” Pero si no se está en el mismo medio que otros live coders, muy frecuentemente habrán errores con la computadora, que retrasarán una obra artística, por lo que no me puedo mantener muy relegada de la comunidad. Y muy frecuentemente sucedería que gente desconocedora del live coding, su potencial, y actual ideología, sean despectivas de esta forma creativa.

Yo siempre termino encontrando pros y contras muy pronunciados a la hora de adoptar este camino creativo. En mi caso, forzosamente tiene que haber una combinación.

Shelly Knotts estudió violín. Y ahora es programadora. Pero a ella, a diferencia mía, lo que le parece atractivo del live coding es la capacidad que esta práctica aporta para generar música o ruido, de una forma desapegada a las reglas tradicionales de composición musical.

Yo, como fan del rock, me siento atraída por ciertas estructuras comunes. Conceptos como tonalidad, cadencias, estrofas, coros, puentes y desenlaces. Me gusta cantar, hacer canciones, y encontrar dentro de eso un espacio para la programación. Se puede. Björk hizo eso.

Hace casi tres años, cuando mandé mi propuesta en ICLC, yo afirmaba que mi intervención de tweets a Denise Maerker formaba parte de mi experiencia como live coder, pero ahora pienso que no estoy tan de acuerdo, o que no tengo comentarios. Porque cuando una entra al Facebook, es exactamente lo mismo: gente está al tanto de otra gente a través de una red social, y la diferencia es que yo me tomé muy en serio mi trabajo y mis tweets, que finalmente hablan de matemáticas. Fue un poco la época en que aprendía a programar, y tenía mucha energía especial por todas partes, que estaba combinada. Hice unos live codings guiados por esa energía. Pero esos mismos live codings, y esa intención, resultó motivo de confusión en mi propuesta. Y ya dije, y lo repito: No es como poeta, como yo me veo en los artículos del ICLC.

Es un problema, pues realmente no tengo qué escribir, que yo considere sea digno de un artículo sobre live coding.

La comunidad abre la posibilidad de compartirme en el aspecto de la música y las matemáticas, pero de momento, mi cerebro tiene muy delimitado que una cosa es programación, y otra es matemáticas. Y que suele ser muy redundante incluir mis abstracciones matemáticas, si no están bien expresadas.

Una abstracción que me gusta es la de los grupos y el sonido multicanal, o más sencillamente, los grupos en un sonido estéreo. O los grupos en el ritmo, y Tidal se presta para eso, porque con él se pueden crear ritmos que yo no soy capaz de ejecutar en una batería, además de que la abstracción matemática ya viene incluida en el código a la hora de programar. Pero todo eso forma más bien parte de un sentimiento muy personal al momento de crear y organizar la música para ser ejecutada, y no tanto como una aspiración a un proyecto de investigación.

Podría intentar describir mejor esta idea, primero en palabras, hasta llegar a escribir las abstracciones matemáticas asociadas, pero no tengo mucho tiempo para eso. Creo que ciertamente se pueden encontrar analogías entre permutaciones de grupos y mezclar música, o la acción de poder separar ciertos sonidos y ubicarlos en unas bocinas.

Pero me guío más por el sentimiento de crear una música, que incluya la programación, y que la pueda compartir con la gente.

También estoy al tanto de que existen libros sobre teoría de grupos y música, como el de Julio Estrada, del cual tengo una copia.

En estas épocas, la cultura de la programación es importante, pues hay una gran diferencia entre estar frente a una computadora, siendo creativa con ella, y estar frente a una computadora, siempre viendo Netflix o el timeline de Facebook. Y en ese sentido, sí considero al live coding como una contraparte importante ante la pasividad y el confort. Es una buena forma de enterarse cómo funcionan las nuevas tecnologías, y una puerta para aprender a utilizarlas de modos más inteligentes.

Hay quienes establecen que la programación está cerrando las brechas de género, en pos de la equidad. Yo de momento no tengo mucho que opinar al respecto, pero también ese tema me interesa y un poco puedo percibir por qué lo dicen.

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