2022. En búsqueda del trabajo ideal.

Soy de esas personas que a veces no saben por qué tienen que hacer algo, sino que más bien necesitan experimentar un asunto, a partir de lo cual en la marcha y posteriormente surgirán las conclusiones.

En ese plan es que una vez decidí estudiar matemáticas, y viéndolo desde un lado práctico -ahora que ya estoy titulada -, esto conlleva varias ventajas laborales (palomita por mí que elegí bien una carrera), ya que muchos puestos aceptan matemáticos, aunque la pregunta de si en tales empleos ejerces matemáticas es más abierta.

Actualmente me pasa eso, justamente, al mentalizar mi proyección laboral, que ahora cubre un más o menos amplio espectro de posibilidades, pero en un par de años eso se volverá mucho más estrecho.

Requisitos típicos que se pide a un licenciado para obtener un empleo semi-especializado como analista de datos (es decir, sin importar si eres matemático, actuario o computólogo): programar en R, saber manejar bases de datos, excel y python. Actividades que en principio, requieren organización (para poder cubrir un poco de cada cosa) y también cierto razonamiento numérico y computacional. Pero el matemático, durante su carrera, en realidad se dedica a demostrar teoremas y realizar algunos ejercicios numéricos, los cuales dependen del lenguaje en específico de cada teoría matemática, y esta en sí equivale a un lenguaje de programación por derecho propio, que no necesita de un ordenador pero sí de una comunidad.

Como tal, la carrera de matemáticas teóricas no nos enseña a usar el mencionado software, sino que se aprende en cursos extraescolares, si el tiempo lo permite.

En teoría, el matemático es capaz de aprender un lenguaje nuevo por sí mismo (el que el trabajo le pide), pues eso lo hizo desde el inicio de su carrera y con cada cambio de semestre (fácil es subestimar la dificultad que exige la habilidad). Y en teoría es el matemático eficiente para resolver un nuevo problema en el nuevo lenguaje, pues las tareas en la carrera de matemáticas siempre consisten en resolver una lista de problemas que no necesariamente serán verificados en el pizarrón del salón de clases. 1

Eso sí, yo cuestionaría bastante que se asuma tal metodología para todo estudiante, pues en la realidad pasan diferentes cosas:

1. Cosa común es que los estudiantes suelan hacer equipos de trabajo en donde ellos solucionen y verifiquen las respuestas entre todos, a veces repartiéndose los problemas de tal modo que a una persona le toque resolver tres de ellos bien en vez de quince (¡o setenta!) y el resto de los problemas le serían explicados, por lo que sólo tendría la necesidad de estudiar estos últimos antes del examen. Cabe aclarar que algunos equipos son buenos y otros no tanto. La gente muy buena se junta con estudiantes igualmente buenos y los demás ahí se la llevan, entre sorteos y amistades.

2. El estudiante es olímipico y  autodidacta, capaz de resolver cualquier problema de matemáticas que se le plantee en el tiempo requerido.

3. El estudiante es alumno no regular (es decir, reprobó materias a falta de capacidad de obtener 9 en uno o varios exámenes, en el lapso de tiempo pedido). Yo figuro en este inciso.

¿Y cuántas personas irregulares hay en la facultad de ciencias? Muchísimas. Si lo comparamos con cuántas personas regulares hay en ciencias nos podemos preguntar: ¿es apropiado que, el diseño del plan de estudios de la facultad esté orientado hacia la minoría de las personas, la que conforman los alumnos regulares?

Pregunta que no es sencilla de responder, pues por un lado, la facultad quiere garantizar un nivel que le sirva al alumno realmente interesado en las matemáticas, y que sea suficientemente compatible con el nivel mundial que en otras escuelas extranjeras se enseña (o con el nivel que tienen las personas que muestran mayor facilidad para las matemáticas). Por otro lado, este ideal de matemático ocasiona que, en las aulas, algunos profesores adopten la pose de ser eso, pero falsamente (ya que en realidad no tienen ellos mismos el nivel requerido), o en otro caso, que usen ese perfil para intimidar o discriminar a aquéllos que no tengan el nivel. Y esto trae como consecuencia el típico problema: un odio a las matemáticas por parte de los alumnos y una incapacidad para enseñarlas por parte de los maestros. También aquí aparecen varias problemáticas de género que tomaría varios párrafos plantear.

Yo soy más de la opinión de que un profesor está en un constante aprendizaje de matemáticas, y que no lo sabe todo. Es maestro por otras razones que las de “haber resuelto la infinidad de problemas que existen para la materia que imparte”. Lo que hace a un mejor matemático es poder usar la teoría para resolver problemas que él no había antes topado, ya que ésta sintetiza muchas ideas, pero no hay que olvidar, y considéralo desde tu propia experiencia, que en el hacer matemáticas hay varios niveles de cosas que manejar: cuentas, teoremas, y algunos truquítos. Que en cierto punto es muy fácil no mostrar ya las cuentas y trucos y simplemente demostrar teorema tras otro “porque ese es el nivel de la universidad y el propósito de la carrera de matemáticas teóricas”; que el profesorado se atiene a esto, para completar cierto temario en tiempo y forma, pero en eso se llevan a rastras a algunos estudiantes.

Pero entonces ya empecé a mezclar los temas; el del trabajo, la docencia en matemáticas, la perspectiva de género y el año 2022. Si a esto le agregamos la música, nos vamos acercando a un planteamiento de mis búsquedas del año en curso, y que para mí, más o menos así están relacionadas:

La docencia es un trabajo potencial, pero no el único. ¿Es el mejor?

Hacer música y estudiar una maestría también son, en potencia, trabajos, en tanto recibas un salario por lo que realizas.

Y en otra vertiente, abogo por una equidad de género en aquéllo a lo que me dedique, así como por una tolerancia y conciencia sobre preferencias sexuales en el lugar donde labore. ¿Ser músico visibiliza o invisibiliza esta problemática (o no tiene nada que ver)? Y misma pregunta para el matemático u oficinista: ¿estas profesiones favorecen la inclusión?

Creo que si la gente desde la prepa se pregunta si ganará dinero con lo que quiere estudiar, también tiene sentido hacerse estas otras preguntas. 

¿Qué significa un mejor trabajo? Se puede ver desde la perspectiva de ganar más dinero, o de qué tan feliz eres en ese mundo, realizando esas actividades. O desde si ese panorama encaja con lo que alguna vez te viste siendo desde tu juventud.  

Creo que quien gana más dinero suele ser la persona capaz de hacer ciertas tareas complicadas orientándolas hacia lo que otras personas requieren, y en el tiempo debido. Esto es sólo una perspectiva pero pensemos en que, en un trabajo típico, se te pedirá realizar algo nuevo que vaya acorde con lo que ahí ya se realiza, y es así que, o te adaptas a ello, o te despiden. Menos sucede el caso en que puedas tener un ingreso a partir de tu sola idea individual-aislada toda fumada, ya que eso en principio parece carecer de una especialización y de visión.

O un ejemplo en la música: si te adscribes a las reglas musicales tradicionales y logras ejecutar una suite para violín que alguien más compuso, o si logras componer una suite para violín para que sea ejecutada por un violinista profesional, entonces seguramente te harás cancha en el mundo de la música. 

Pero siendo realista, aunque conozco muchas personas que satisfacen ese perfil, yo en lo particular me suelo sentir incómoda por las pequeñas cosas que caracterizan cierto ambiente laboral (o por el contrario, me siento más cómoda cuando esto y esto y esto). Y por más que admire a alguna gente con un enfoque más servicial, yo suelo tener varios proyectos personales merodeando en mi cabeza, los cuáles suelo querer realizar a toda costa. A veces las reglas impuestas por autoridades lo impiden.

Para no morirme de hambre ni de soledad, debí preguntarme qué de todo eso es viable y qué de eso prefiero llevar a cabo, qué grupo social le favorece a tal proyecto, así como qué cosas son mis sesgos y rollos. Las parciales conclusiones bastan para orientarme en un lapso de tiempo desde el inmediato al de unos dos a cinco años. Pero algunas cosas se me escapan de la visión.

Por ejemplo, ¿qué pasará si nunca tengo hijos?

Que para empezar, tenerlos nunca ha sido mi plan. Desde edad temprana consideré que fungirían ellos como un estorbo. Pero en el curso de la vida me di cuenta de que, si bien para algunas personas (mujeres, especialmente) esto es un propósito desde la niñez, para otras tantas, tener hijos es más un constructo social que sirve como un medio para obtener algo: desde prestigio, estabilidad, vida sexual, o en el caso de los homosexuales, visibilidad. Adicionalmente, tu mejor amiga le hará más caso a sus hijos que a tí, y aquéllas cosas que quisiste compartir o enseñar a otros en tus años veinte y que más o menos pudiste hacerlo, quizá tus hijos lo tomen con más bienvenida y asunto resuelto. ¿Qué se pierde entonces viviendo con más personas bajo un mismo techo? Sólo el tiempo de llevarlos a la escuela, y un montón de dinero.

Una opción es usar el dinero invertido por la falta de hijos, en una obra artística; o en la compra de materiales o de gente que te ayude en esa empresa; o tal vez en viajes. Lo que está muy bien cuando eres muy seguro de que ello te hará feliz. Aunque el arte suele ser poco apreciado. Quiere decir que más gente estará más contenta contigo si ve que tienes una familia, a que cuando ve que “desperdicias tanto en la realización de un cuadro.”

¿Podrías tú aguantar la presión de vivir así, con gente siempre en contra de las decisiones que tomas? 

Y bueno, los hijos, familia y esas otras cosas que la gente suele esperar que a güevo aportes como parte de ser ciudadano, tiene que ver, ciertamente, con la inclusión y equidad de género. Por lo tanto, influye en cuán cómoda me pueda sentir trabajando en, digamos un banco. Desconozco por experiencia propia cómo es ahí el ambiente, pero algunos amigos critican cierta mentalidad cuadrada que esos lugares manejan, donde el objetivo central se vuelve el ganar más dinero. Así pues, la aceptación que tendrías en esos grupos sociales también dependería de los bienes materiales que posees.

Entonces, aunque a la hora de la oferta laboral se fomentan la equidad y la diversidad, quién sabe cuánto de eso queda plasmado en la realidad. Yo me imagino que una lesbiana banquera modelo a seguir, se haría de un coche mini-cooper; se casaría con su pareja gay y tendría hijos. Aunque comprar un mini-cooper no es el sueño aspiracional de todos, ni tampoco el tener hijos, la única lesbiana de BBVA ha creado un arquetipo que fomentará hacia las nuevas generaciones.

Comparemos esta postura con la de “la diversidad que se aprecia en la Facultad de Música de la UNAM.” Durante el pasado evento Transferencias Aurales identifiqué varias propuestas explícitamente lésbico-transexuales (más de cinco), manifiestas en forma de presentaciones musicales y pláticas sobre record-labels o formas de vida disidentes. A esto se le suman las pláticas feministas de preferencias sexuales ambivalentes, donde se destacó una necesidad de compañerismo entre mujeres al momento de realizar algunas intervenciones artísticas.

Obviamente hay más disidencia en la Facultad de Música, así como más proyectos que giran en torno a esa temática de manera primordial. Y es de esperarse, pues la gente LGBT suele mostrar necesidad por lucir su identidad con exhuberancia; el arte siendo un buen mecanismo para ello. Yo en particular me encuentro más en sintonía con la libertad de expresión de una identidad (incluida la sexual). Así pues, me parece que empeñarse en intentar encajar demasiado con lo que otras personas esperan de tí cuando dices que eres lesbiana (o bisexual), comienza a destruir la intención original hasta llegar a hacerla añicos.

Por cierto, ¿y qué pasa en la sociedad matemática? ¿Es incluyente?

Comencemos diciendo qué es la sociedad matemática.

Es una red de matemáticos (y científicos) en donde una ha de suscribirse pagando o no, una cuota, para poder recibir información sobre investigaciones matemáticas o eventos relacionados a las matemáticas. La SMM tiene sus directores y subdirectores; funciona como una mini-sociedad intelectual bien organizada.

Ahora bien, las matemáticas son una ciencia *muy* celosa que requiere de *mucho* tiempo para poder hacerla bien. Éstas exigen esfuerzo mental, concentración, sacrificios, credenciales y la continua adquisición de conocimientos nuevos. Además, las matemáticas son antisociales, y esto quiere decir que, el problema o tema de matemáticas que trabajes, puede distraerte de cualquier otra cosa por un amplio lapso temporal (medio año, un año o más): no más asistir a fiestas o salir a pasear con tu pareja, leer el periódico, ver la televisión, tocar un instrumento, o hacer deporte. Algunas personas sí logran campechanearle entre dos o tres actividades (deporte + matemáticas + ir al cine, por ejemplo), pero sí creo que, en esos sentidos, las matemáticas pueden ser un arma de doble filo.

Sería arriesgado de mi parte decir que las matemáticas fueron inventadas por varones, aunque la historia da cuenta de una mayoría de hombres cimentando las bases de lo que ahora conocemos como matemáticas: Euclides y la geometría, Descartes y el plano cartesiano, Newton y el cálculo, Leibnitz y el Cálculo, Galois y la teoría de grupos, Euler, Von Neumann, Cauchy, Fermat, Fourier, etc.

Pero que alguien te diga quiénes fueron las mujeres matemáticas importantes de la historia. Casi siempre las ganonas merecedoras de mención son Emmy Noehter o Ada Lovelace (puede que Sophie Germain o Sofía Kovalevskaya). Y hasta eso, las contribuciones de estas personas sucedieron a finales del siglo XIX o principios del siglo XX. Mientras que, en el área de las letras, escritoras importantes ya figuraban desde siglos antes. La poeta griega Safo un ejemplo, Sor Juana en el siglo XVII, o Jane Austen en el siglo XIX.

Y a pesar de que actualmente, hombres y mujeres por igual asisten a cursos de matemáticas universitarias, muchas veces me he preguntado si el sistema que rige a la sociedad matemática y a la apreciación de lo que significan las buenas matemáticas, favorece implícitamente una mentalidad masculina. Alguna gente licenciada en matemáticas es incapaz de dar su opinión sobre su profesión porque “hay doctores mejores que ellos.” Y suele ser mal visto filosofar sobre tal teorema si no eres especialista en la materia (pero ¿es un doctorado, o la experiencia, lo que te convierte en especialista?). Mucha gente, por lo tanto, se queda callada y más aún las mujeres.

Sin embargo, como la discplina técnica y razonada que las matemáticas son, accesibles de estudiarse en universidad,  proveen éstas una herramienta para incidir en procesos difíciles de la mente, los cuáles muchas veces les son atribuidos a los hombres en otros entornos sociales, porque “ellos los manifiestan más naturalmente”. Contar cosas por ejemplo. Arreglar la llanta de un coche. También es fácil que un hombre concluya que “las mujeres no servimos para contar”. Así, creo firmemente que estudiar ciencia ayuda a combatir estereotipos. Que afirmaciones como las dos anteriores tienen que ver con imponer el estereotipo de “los hombres son así y las mujeres no”, y con pretender impedir a las mujeres el acceso a un dominio libre de esa habilidad.

Es común que las mujeres se interesen por las partes más conceptuales de las matemáticas y sean mejores recordando teoremas, pero aquí considero que, siendo mujer, hay que tener cuidado en obviar demasiado aspectos muy concretos involucrados en el resolver problemas, pues si muchas mujeres matemáticas presentan el mismo comportamiento, se generará un estereotipo de lo que “es la mujer matemática y lo que es el hombre matemático,” en donde la mujer corre el riesgo de codepender de un hombre para tener éxito en la resolución de un problema, aprobar una materia, o poder tener éxito en una carrera profesional.

Así que, en mi opinión, los ya existentes estereotipos de mujer y hombre matemáticos, aunados al sistema social que rige a la sociedad matemática, contienen algunos factores de machismo y patriarcado, que en esa misma esfera vuelven difícil de realizar algunos proyectos artísticos, feministas o de la diversidad sexual. Las mujeres matemáticas difieren entre sí, acerca de lo que significa patriarcal y lo que no, dentro de la sociedad matemática. Yo particularmente, -siendo una licenciada en matemáticas que fue alumna no regular y que es persona LGBT-, estoy en desacuerdo en que quienes decidan cuál es la parte feminsta y cuál es la parte patriarcal del mundo matemático, sean solamente las doctoras en matemáticas teóricas.

Es como un mini gobierno, finalmente. Una vota por su presidente, pero está de acuerdo en ciertas cosas con tal persona y en muchas otras no, pero por cuestiones de poder, al ciudadano sólo le queda votar y ser crítico.

Pero en conclusión, aprecio que la sociedad matemática es bastante incluyente.

Como esta sola entrada de blog muestra, he encontrado que las letras pueden ser un medio de expresión de matemáticas y acorde a mis necesidades. Lo que he escrito aquí son algunas observaciones, a veces malestares por los que paso. Algunos de estos patrones se seguirán manifestando en todos lados; en la universidad y en Avenida Reforma, por lo que quedan fuera de mi control, pero reconociéndolos puedo aprender a obrar mejor con esto en el día a día.

Lo que más concretamente busco en el largo plazo, es llegar a un trabajo acorde con mis habilidades, digno en términos salariales y que manifieste respeto a la mujer, la diversidad, y sea algo flexible en cuanto al tipo de entregas (evitando verdades absolutas, resultados únicos o demasiadas mentiras sociales), que favorezca la conexión entre arte y ciencia y no únicamente la ciencia…

Pero en el que también se aprecie la especificidad de mi aporte. Por ejemplo, SuperCollider es un lenguaje de programación musical. SuperCollider no es Python y los entornos no son intercambiables. El que yo programe en SuperCollider me permite decir que hago programación, y que entiendo algo de la teoría de la computación aunque no sea computóloga, y el que un computólogo exista en el mismo espacio que yo, no debería invalidar mi palabra si él dice que es incorrecto lo que hago o si lo ignora. En mi experiencia, este hecho por sí solo es sufciente para buscar trabajo fuera de la facultad de Ciencias.

Aunque puede que también se trate de dar un taller de música algorítmica en una escuela de música por un lado, y dar alguna clase de matemáticas por otro. O tal vez se trata de organizar las cosas en el tiempo y con la seguridad de continuar efectuando las cosas con esa lógica: “primero estudié matemáticas, aprendí lo que necesitaba en el tiempo que pude, luego desarrollé un proyecto artístico durante la maestría, y mientras tanto, iré decidiendo si me haré doctora en música, si buscaré trabajo en otra parte, si quiero irme al extranjero,

…y cuál es el espacio que le otorgaré a mis relaciones amorosas.” Esto último en realidad tomaría otro ensayo o más de tres para poder describir en todo su contexto, y aunque en primera instancia eso me hace parecer muy intelectual, en realidad no es algo que quiera controlar demasiado ya. Más es considerar lo que sí quiero y lo que definitivamente no quiero. Me gusta el trato directo con una persona y poder sentirme exclusiva. También me gusta poder compartir lo que pienso, así como los procesos que para mí son y han sido relevantes, y principalmente, que ello no sea la primera causa para menospreciarme. A veces, saber lo que uno quiere no es totalmente claro, por lo que en ese caso, intentar no empeñarse en controlar una gran idea sino pequeñas cosas que sí se pueden lograr. A veces lo que una quiere es algo irreal, es decir, fue totalmente salido de una cabeza sin tomar en cuenta la realidad, y una no se da cuenta de eso sino hasta mucho tiempo después.

  1. Normalmente, en clases, el profesor y el ayudante resuelven problemas similares a los que se dejan de tarea, aunque no los mismos. Pero el ayudante, si es buena onda, podrá seleccionar unos cuantos ejercicios de la tarea para resolverlos él. A ambos se les podrá preguntar ideas para atacar un problema en concreto, y ellos deberían poder darlas.
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