¿Me quiero ir de tour?

Uno de los puntos fuertes que se promueve para el músico en escena es moverse en el espacio y expresar fraseos musicales a pesar de todo lo que pudiera estar ocurriendo en ese mismo lugar en ese momento.

El músico tiene muchos enemigos y a veces consigue no pelarlos, pero a veces ignorarlos es imposible.

Un primer enemigo puede ser el maestro de música quien, alegando más experiencia, también pudiera intermezclar su propia experiencia subjetiva de vida con la enseñanza de la música, y aprovechar para imponer su comprensión de lo que “es y debería seguir siendo” la música.

Entonces resultaría muy fácil que el maestro frustrara al alumno respecto a lo que el alumno tenía como anhelos musicales; por ejemplo, crear una obra propia podría quedar sustituido por “aprender más repertorio”. Así de fácil también sería que el mismo profesor negara la existencia de otros rubros musicales diciendo: “esto es así y no así. Yo te enseñaré lo que sé que está bien.”  

En el primer caso, se podría comentar que, porque hay gente capaz de aprender más repertorio mientras que hace música propia, yo soy una chillona. Pero no tiene mucho sentido compararse con el frecuente caso de la compañera que ha tocado piano clásico desde los 4 años y desde entonces éste ha sido su compañero de vida.

En realidad, la cultura de música popular y las estaciones de radio que las promueven, sirven como contrapeso a esta situación, ya que los locutores entrevistan a los nuevos artistas y así, en potencia se logra más audiencia para la “música original”, y quien no se atreva sea el que nunca se dará a conocer.

Retomemos al significado del arte visto como un medio estético de expresión de ideas, emociones o una visión del mundo. El donde yo estoy parada es suficientemente válido para emanar sonido pues soy un ser viviente capaz de agarrar un instrumento y sentir emociones mientras toco. Ya si lo hago bien o mal queda sujeto a quien lo escuche, incluida yo misma con mi autocrítica.

Obviamente las estaciones de radio contarán con sus criterios de selección, lo que deriva en punto crucial. ¿Morir ignorado?

A veces imagino que de estas diferencias en el pensar surgió la dicotomía entre academia y música comercial. El músico se mueve por estos caminos consciente o inconscientemente:

Personaje 1: “Comencé pretendiendo componer como Mark Knopfler, así que estudié guitarra clásica porque eso ofrecía la carrera.

Eso me llevó al serialismo y a tener que tocar la música de Mario Lavista.”

Personaje 2: “Comencé queriendo componer como Mark Knopfler, así que estudié guitarra clásica porque eso ofrecía la carrera. 

Ahí me di cuenta de que la academia no era para mí. Conseguí un trabajo de mesero; a veces de huesero. Hice un estudio musical con unos amigos, el cual también es un label discográfico independiente, y ahora vivo del rock en México.”

Personaje 3: “Cuando de adolescente aprendí guitarra, hice mi banda y grabamos un disco. Luego cada quién tomó su rumbo. El cantante se fue de solista. La guitarrista tuvo un hijo. Yo me empecé a interesar por otras cosas, como la ciencia.”

Personaje 1, ¿y ahora qué haces?

“Doy clases. Particulares y en la facultad. A veces doy conciertos de música clásica. Estoy terminando el doctorado con una investigación sobre la guitarra en el flamenco.”

Sí. Esos son más o menos los perfiles de lo que actualmente hay. Lo que se está apenas creando son el músico programador, el músico científico, el científico diseñador web, etc. Pero esto aún llega a ser bastante ambiguo. Cosas que pueden virar menos hacia el escenario y más hacia el desarrollo de software:

Personaje 4: “Estudié música por un lado y matemáticas por otro. Ando programando una inteligencia artificial que te lea partituras de piano y las reproduzca realistamente.”

La ventaja siendo que la programación sugiere una mejor fuente de ingresos.

Una vez yo le pregunté al dueño de un restaurante si podía presentar en su bar mi música electroacústica.

Lo que me respondió:

“Aquí sólo tocamos rock en español con mi banda, pero si cantas podrías aventarte un palomazo. Ven mañana a escucharnos tocar y podemos platicar.”

El impacto que esto me provocó es difícil de describir. Parezca para algunos ojos muy evidente que ni una ni otra cosa tenía que ver. Ni razón para enojarse. Ese simplemente no era el lugar adecuado para mí, pero fue mi respuesta la más desconcertante:

“Lo pensaré.”

Así de fácil es que otra gente con sus comentarios cambie tu organización, gustos musicales, y haga cuestionarte si tus fantasías musicales son propensas de ser materializadas ante el mundo.

En un principio, en las clases particulares de música te decían: “Exprésate como quieras. Disfrútalo. Es lo importante. Luego no será lo mismo.”

A la mera hora, en los negocios te dicen: “Hazle así, de esta exacta manera.”

Y los hombres.

Las y los PHD’s.

Las y los directores culturales LGBT.

Un comportamiento que está presente en todo. Puedes llegar a cuestionarlo pero no evitarlo al 100% y por lo tanto, si no lidias con ello de una manera práctica sales perdiendo.

Tú querías tocar en la Cineteca; se vieron buena onda, pero te caló el organizador mencionando todas las buenas propuestas que otras músicas eran salvo la tuya y aún así tocaste en su Terraza estando completamente de mal humor, frente a diez aleatorias personas y no invitaste a ningún familiar, ni a tu free.

Pero eso ya te había pasado antes varias veces.

Después de tocar, agarraste tus cosas y te fuiste, y en el camino continuaste preguntándote si esa vida realmente te merecía. Y si acaso eso solucionaría tu soltería, porque para tal caso sería mejor llamarle a tus amigos por teléfono e invitarles a cenar, con una música en vivo que fuese estrictamente mejor que la tuya; que de verdad nos pusiera a todos a bailar. De paso sacrificando algún concierto propio para poder agendar la fecha.

En vista de este panorama, viene resultando esencial la resignificación de los ideales, las utopías sociales y anhelos personales:

¿Ser infeliz por estar sola?

¿Buscar la fama como una meta?

¿Me quiero ir de tour?

¿El rock mexicano se parece en algo al rock irlandés?

¿La investigación musical reemplaza la composición musical?

¿Las matemáticas sirven como un punto de partida para una propuesta musical?

Y relacionado con el anterior punto:

¿Hay ventaja en ver las cosas al revés?

CONTINUARÁ…

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